A lo largo de la Historia y en todas las culturas siempre ha habido grandes Maestros de Sabiduría de la Vida que a través de cuentos, fábulas, parábolas, comparaciones, han buscado dar sus enseñanzas de una forma gráfica, amena y divertida sobre como podemos y debemos vivir la Vida para que todo lo que nos suceda en este peregrinaje humano sólo nos deje enseñanzas y no sufrimiento. El dolor es la experiencia , y el sufrimiento es nuestra reacción negativa ante esa experiencia. Y lo primero que debemos aprender es que en la Vida no hay experiencias ni positivas ni negativas. La Vida no nos somete a determinadas experiencias para fastidiarnos o molestarnos porque nos tenga antipatía o porque «nos haya mirado un tuerto» (expresión popular que significa que alguien nos haya echado una maldición caprichosa y ahora debamos sufrir para complacer al «tuerto»!!!!!) La persona Ignorante siempre se deja llevar por las apariencias de una situación, y por el contrario la persona Sabia se fija en el mensaje oculto que esconde la situación y su enseñanza específica para cada uno. A veces la Vida, cuando no queremos aprender las lecciones por las buenas, se encarga de que las aprendamos por las malas. Es como el que paga los préstamos al Banco con puntualidad, pero si se retrasa en los pagos el Banco le penaliza con unos intereses de demora. No por eso el Banco es un usurero ni tenga ganas de fastidiarnos. Es simplemente que firmamos un contrato con él , y ahora estamos legal y moralmente comprometidos a cumplir con esos plazos. y si nos retrasamos en esos pagos el Banco tiene todo el derecho legal y moral de hacer que aprendamos la lección del cumplimiento del contrato de una forma que haga que no nos queden más ganas de volvernos a retrasar. Así es la Vida: «el que no escarmienta en cabeza ajena, tiene que acabar escarmentando en cabeza propia». Normalmente la Vida procura enseñarnos por la vía fácil, y para eso nos envió a todos los grandes Maestros Espirituales , pero cuando no les queremos hacer caso a ellos, la Vida se encarga de enseñarnos por la vía difícil, y esto se aplica tanto en lo individual como en lo colectivo. Y si ni aún por la vía difícil queremos aprender, el precio que deberemos pagar es el del sufrimiento crónico. La Vida no está hecha para complacernos a todos los Seres Humanos en todas nuestras tonterías y caprichos. No es la Vida la que debe amoldarse al Ser Humano, sino que es el Ser Humano el que debe amoldarse a la Vida. La Vida no tiene sentimentalismos baratos ni preferencias simpáticas ni antipáticas por algunos seres humanos. No tiene ni simpatías ni antipatías. De una forma totalmente impersonal y objetiva, le enseña a cada uno lo que le toca y corresponde aprender en cada momento y lugar de acuerdo a la evolución de su Alma.
Y una de las grandes lecciones que debemos aprender todos los Seres Humanos, tanto en el plano individual como en el colectivo; es el vivir el momento presente sin rencores ni amarguras por lo que nos sucediera en el pasado. Lo que sucedió en el pasado, en el pasado queda. La Vida discurre como los segundos del reloj: segundo a segundo, instante a instante. El que se queda atrapado en el segundo anterior, se pierde el segundo presente. Y el que quiera adelantarse al segundo futuro se pierde el segundo presente. No importa si el segundo pasado o futuro fue o será «bonito o feo». Simplemente fue y será, nada más!! Lo de «bonito o feo » lo pone nuestros «gustos y disgustos » personales.
Hay un cuento que define de una manera muy clara y precisa la actitud más correcta ante determinadas circunstancias de la Vida
EL CAMPO DE CONCENTRACION:
«El país entró en guerra. Fue una contienda larga y cruel. Defendiendo su país combatieron en ella, forzados por las circunstancias, dos jóvenes.
Al final de la guerra, durante dos años fueron prisioneros en un campo de concentración. Cuando fueron liberados, cada uno reemprendió su vida en un lugar diferente de su país. pasaron diez años y un día se encontraron.
-¿Qué tal estás, amigo mío? -preguntó uno de los amigos al otro.
-Estoy bien, pero no he podido olvidar todo lo que pasamos. ¿Y tú?
-Nunca se olvida una cosa así, pero yo ya lo he superado.
-Yo no. Sigo lleno de odio hacia nuestros carceleros. No hay día que no les odie con toda la fuerza de mi ser.
-Oh, amigo mío! Lo malo no es sólo los dos años que estuviste en el campo de concentración, sino los otros diez que has seguido preso.
El que tenga ojos para ver, que vea. Y el que tenga oídos para oír, que oiga.!!!!!!!!!!!!! Y el que , a pesar de tener ojos y oídos, no quiera ni ver ni oír, pues que se consuele en el sufrimiento (si es que es posible consolarse en ese infierno llamado Sufrimiento). Claro que, algunos seguro que todavía siguen pensando que la actitud de Mártir aquí en la Tierra les garantizará el Cielo después de la muerte, pero todavía no ha regresado de la muerte ni uno solo para garantizarnos que eso es así. Así que, mejor actuemos como Sabios y vivamos felices y contentos AQUI y AHORA. Y si, como dicen, el futuro es la consecuencia directa del presente, un buen Presente nos garantiza un buen futuro.