Vamos a seguir amándonos a nosotros mismos y en esta ocasión vamos a hacerlo en los aspectos mentales.
Alguien, hace muchos siglos, dijo:
«Cuida tus pensamientos, porque tus pensamientos cuidarán de tus palabras.
Cuida tus palabras. porque ellas cuidarán de tus actos.
Cuida tus actos, porque ellos cuidarán de tus costumbres.
Cuida tus costumbres, porque ellas cuidarán de tu carácter.
Y cuida tu carácter, porque él cuidará de tu destino».
En resumen: serán nuestros pensamientos el origen y la semilla de todo lo que será nuestra vida. Todo tiene su origen en los pensamientos que fabricamos con nuestra capacidad de pensar. Y aquí es donde debemos reflexionar y entender que los pensamientos los generamos nosotros mismos, con intención consciente o inconsciente, con deseo consciente o inconsciente, con atención y alerta consciente o inconsciente.
Algunas personas dicen: «No puedo dejar de pensar», «mis pensamientos me controlan», «no puedo evitar tener tantos recuerdos y pensamientos negativos», «no puedo evitar tener miedo al futuro», etc, etc, y así tantas y tantas expresiones verbales que no están reflejando mas que una falta de realidad consciente de lo qué es nuestra mente y sus capacidades, entre las cuales está la capacidad de que seamos nosotros los que generemos conscientemente el tipo de pensamientos que deseemos tener independientemente de las circunstancias pasadas, presentes y futuras. En realidad el 99´9 % de los seres humanos están controlados por el poco control que tienen de sus propias mentes.
Y, efectivamente, así es y es cierto que en las personas que no se han entrenado en tomar conciencia de cómo y de qué forma surgen los pensamientos en su cabeza, es normal que su propia mente acabe por «ir a su aire», a «su ritmo», de tal manera que al final adoptan la postura del amo que se convierte en sirviente , y el sirviente pasa a ser el amo. Nosotros debemos ser lo amos de nuestra mente, pero para ello debemos educar a la mente , o lo que es lo mismo, y con palabras y expresiones más exactas: educarnos a nosotros mismos para generar sólo los pensamientos que deseemos, y que cualquier persona que busque su propia felicidad y la de los demás, buscará siempre generar pensamientos que estén enfocados a lo que decía el poeta: «hacia el Bien, la Verdad y la Belleza». Y, según la intención que tengamos, generaremos pensamientos positivos o negativos, realistas o ilusorios, beneficiosos o perjudiciales, optimistas o depresivos.
Pongamos un ejemplo bastante drástico: alguien puede desear intensamente pronunciar unas determinadas palabras, pero si antes de pronunciarlas se da cuenta de que se condena a si mismo a la muerte porque esas palabras pueden hacer que otra persona le mate, a no ser que ese alguien esté deseando (por otras múltiples razones) morir, lo normal es que en el ultimo momento «se muerda la lengua» y calle esas palabras y/o pronuncie otras palabras más convenientes para ella, lo cual demuestra que ,en realidad, sí podemos tener control de las palabras que pronunciamos, y por esa misma regla de tres, también podemos tener control de nuestros pensamientos,, aunque esto ultimo pueda requerir un poco más de entrenamiento.
Ahora bien, cuando nos damos cuenta de que, efectivamente , podemos parar nuestra mente y seleccionar el tipo de pensamientos que deseemos pensar, habremos dado el primer paso hacia el dominio de nosotros mismos. El primer paso siempre es desear algo y estar convencidos de que podemos conseguirlo. La persona que piensa que sólo puede tener un mínimo de control sobre lo que piensa y dice, esa actitud mental sobre sí mismo acabará convirtiéndose en una realidad como una profecía autocumplida.
En próximos artículos iremos viendo más profundamente este tema y veremos métodos y técnicas para parar nuestros procesos mentales y volverlos a poner en marcha consciente y voluntariamente , y con el tipo de pensamientos e imágenes que nosotros deseemos, y como se trata de darnos a nosotros mismos, y a los demás, lo mejor, pues aprendamos a darnos y a dar los mejores pensamientos, las mejores palabras y los mejores actos.