Había una vez una oveja que vivia en un cercado, sólo sabe hacer lo que una oveja sabe hacer, obedece sin cuestionarselo, es una oveja y ha venido ha ser oveja, come que le dicen que tiene comer, vive donde le dicen que debe vivir, solo puede trabajar dando leche o reproduciendose porque eso es lo que es una oveja, y no puede hacer nada más.
La oveja se conforma con su vida, busca la felicidad en esa realidad que le ha tocado vivir.
Sin embargo, la oveja no es feliz, no encuentra su sitio en su vida, una y otra vez se repite lo mismo, sin encontrarle sentido, adaptándose y resignandose a ese sufrimiento de tristeza por ser solo una oveja.
Miraba a sus compañeras ovejas y no se indentificaba con ellas.
Se preguntaba, ¿Por qué no puedo ser feliz como mis hermanas?
Si soy una oveja como ellas, se decía.
Cuando venía el pastor, se quedaba observándolo, le parecía maravilloso que se pudiera vivir como él, sin amo.
Siempre le rondaba la idea de dejar la cerca, de dar leche o de tener crías y emprender su propio camino, le parecía un sueño imposible de alcanzar.
La oveja se decía, soy solo una oveja, yo no puedo hacer nada, mi amo es el pastor él sabe lo que me conviene, mi familia son las otras ovejas ellas saben lo que me conviene.
Un día el pastor se dejó sin querer la puerta de la cerca abierta.
La oveja se acercó curiosa a la puerta y vio en el exterior una vida en libertad.
Una sensación distinta, que nunca había sentido recorrió su cuerpo.
Aviso a las demás ovejas.
«Amigas tenemos la oportunidad de ser libres, de ser lo que queramos, de cumplir nuestros deseos».
Unas ovejas la miraban y le decían, somos ovejas este es nuestro sitio, si nos vamos que vamos a comer, a donde iremos, quien nos salvará del peligro.
Otras ovejas decían.
No te vayas, no seas tonta, aquí estás bien, tienes de todo, estás segura.
La oveja no sabía que hacer, dudaba entre salir o quedarse, se llenó de miedo y se paró delante de puerta.
Miraba a sus compañeras y miraba a la puerta, finalmente su deseo de vivir la experiencia de ser libre y ser su propio pastor le llevo a tomar la decisión de salir al mundo a vivir experiencias.
Dió un salto y salió de la cerca a toda velocidad, su pecho palpitaba de emoción, se sentía libre, imaginaba las aventuras que viviría en su vida de libertad, pero pronto se dio cuenta que ser pastor no es tan fácil.
Paso el tiempo, vivió experiencias amargas, que nunca pensó que iba a vivir, sintió miedo, tristeza, se llenaba de enfado porque pensó que siendo libre todo sería felicidad y al no ser así se fustro al ver que su sueño no se cumplía.
Pensó, de que le servía haber abandonado la cerca, allí estaba segura.
Se dijo, esto ha sido un error, Tengo que volver a la cerca, donde estoy segura, donde no tenía problemas, donde no tenía que hacerme cargo de mí, donde mi pastor sabía lo que me convenía.
Cansada de tanto pelear con lo de afuera, esa noche se fue a dormir triste y desolada, sintió que se había quedado sin fuerza y se rindió, se durmió con la desesperación de no conseguir ser feliz siendo libre.
Al despertar por la mañana, reflexionó y se cuestionó todo lo que estuvo pensando el día anterior.
¿Si elegí salir de la cerca para ser pastor y durante este tiempo he sobrevivido sin pastor?
Esto quiere decir que he conseguido ser mi pastor.
Si YO SOY mi pastor puedo conseguir mis deseos.
Se vio invadida de una sensación de empoderamiento.
Y se dijo, voy a elegir aprender de mi experiencia y entender para que sirve.
Con esa actitud, paso la frustración, y empezó a encontrar la felicidad en todas las experiencias que vivía.
Ya había tomado conciencia de que era el pastor de su vida y sus deseos se iban cumpliendo.
Se encontró con otras ovejas y compartio su experiencia con ellas.
Unas no la creyeron.
Otras la siguieron, admiraban su valentía, pero en cuanto hubo alguna adversidad abandonaron.
Otras consiguieron al igual que ella ser valientes y ser pastores de su vida.
Moraleja
Siempre eres TÚ quien decide lo que quieres ser oveja o pastor.
Autor, Antonio Molina Ruiz.
Presidente y fundador de la Asociación Vida Holística.